El jabón potásico se obtiene de la saponificación de aceites vegetales (como el de oliva, coco o girasol) con hidóxido de potasio (KOH). A diferencia de los jabones sódicos, su textura es líquida o blanda. Su uso en agricultura se remonta a la práctica tradicional de los campesinos que preparaban sus propios jabones naturales para el aseo de herramientas y control de plagas.

El jabón potásico rompe la membrana celular de los insectos, provocando su deshidratación y muerte. También disuelve la capa cerosa que recubre a muchos insectos y reduce la adherencia de huevos en las hojas. En plantas, limpia la superficie foliar, facilitando la fotosíntesis y la aplicación de otros bioinsumos.

Aplicado de forma preventiva ayuda a mantener las hojas limpias y libres de plagas. Como correctivo, actúa rápidamente sobre colonias de pulgones, cochinillas, mosca blanca y ácaros. Además, puede mezclarse con aceite de neem u otros extractos naturales para potenciar su efecto.

El jabón potásico mejora la adherencia de soluciones foliares y actúa como humectante. Esto lo hace ideal para acompañar aplicaciones de biofermentos, purines, microorganismos eficientes o extractos vegetales, facilitando su distribución uniforme.

Plagas que combate

• Pulgones
• Mosca blanca
• Cochinillas
• Ácaros (araña roja)
• Trips
• Insectos de cutícula blanda

• • Dosis estándar: 10 a 15 ml por litro de agua (para control directo), 5 ml como preventivo o coadyuvante.
  • Aplicación foliar: pulverizar sobre hojas, especialmente el envés. Realizar en la mañana o al atardecer.
  • Frecuencia: cada 7 días como preventivo, cada 3-5 días si hay infestación.
  • Compatibilidad: se puede mezclar con neem, infusiones de ajo, canela, ortiga, etc.
  • Precaución: no aplicar bajo sol fuerte. Probar en una hoja antes de uso generalizado. No mezclar con productos de pH alcalino.

  Lo más importante: regular, no exterminar

  El jabón potásico es una herramienta de equilibrio. A diferencia de los insecticidas químicos que aniquilan sin distinción, este producto actúa con inteligencia ecológica: controla sin contaminar, reduce sin desequilibrar, limpia sin eliminar la vida benéfica. Cultivar orgánico es elegir respetar los ritmos y relaciones naturales del ecosistema.