El nombre Feijoa rinde homenaje a João da Silva Feijó, un naturalista portugués del siglo XVIII. Esta especie fue descubierta en el sur de Brasil y regiones aledañas de Argentina, Uruguay y Paraguay, y más tarde se expandió por Nueva Zelanda, donde se popularizó como cultivo frutal. Hoy se cultiva con éxito en climas templados de América del Sur, Europa y Oceanía, ganando reconocimiento por su valor ornamental, nutricional y medicinal.

La Feijoa sellowiana es un arbusto perenne de hasta 4 metros de altura, con follaje plateado y flores inconfundibles: pétalos blancos con el reverso rosado y un estallido de estambres rojos al centro. Sus hojas, opuestas y coriáceas, tienen el haz verde oscuro y el envés blanquecino. El fruto es ovalado, verde, de cáscara rugosa y pulpa aromática, que combina dulzura y acidez. El olor evoca notas tropicales, y su sabor es una experiencia exótica y fresca al paladar.

La feijoa prefiere suelos bien drenados, ligeramente ácidos o neutros, ricos en materia orgánica. Tolera suelos arenosos o franco-limosos, pero sufre en terrenos pesados, arcillosos o encharcados. Un sustrato con compost maduro y perlita asegura una oxigenación óptima para sus raíces.

Esta especie agradece el sol directo y requiere un mínimo de 6 horas diarias de luz para prosperar. Puede adaptarse a semi sombra, aunque con menor floración y fructificación. En climas fríos, puede cultivarse en macetas y protegerse en interiores durante el invierno.

El riego debe ser moderado y constante, sin encharcar. Durante el crecimiento activo (primavera y verano), mantener el sustrato ligeramente húmedo. En otoño e invierno, reducir la frecuencia, permitiendo que el sustrato se seque entre riegos.

Desde semilla, la feijoa inicia con una germinación lenta (15–30 días), luego desarrolla un crecimiento vegetativo constante durante su primer año. La floración ocurre entre el segundo y tercer año, dependiendo del método de propagación. Los frutos se cosechan a fines del verano o en otoño, y su madurez es progresiva: caen solos cuando están listos. La planta puede vivir y producir por décadas.

Se pueden sembrar semillas frescas en un sustrato liviano, con temperaturas cálidas (20–25 °C). Aunque viable, esta forma produce individuos con variación genética, y la primera cosecha puede tardar hasta 4 años.

Es posible enraizar esquejes jóvenes de madera semidura en agua, aunque el porcentaje de éxito es bajo sin hormonas. El uso de enraizantes naturales como sauce o aloe vera puede mejorar los resultados.

El método más eficiente para conservar las características del fruto madre. Se cortan esquejes semileñosos en primavera, de unos 10–15 cm, y se colocan en sustrato húmedo bajo luz indirecta. La raíz se forma en 4–6 semanas.

Las plantas obtenidas por esquejes o injertos comienzan a fructificar entre el segundo y tercer año. Las obtenidas por semilla pueden tardar hasta 5 años en alcanzar la madurez reproductiva.

Además de su fruto comestible, las flores de la feijoa son comestibles crudas y tienen un sabor dulce y floral. Las hojas han sido utilizadas en infusiones con propiedades antimicrobianas y digestivas. El fruto se consume fresco, en mermeladas, jugos, helados, fermentados y licores. Rica en vitamina C, antioxidantes y fibra, favorece el sistema inmunológico, digestivo y cardiovascular.
Tradicionalmente, en regiones andinas, se usaba como tónico para el ánimo y la fertilidad. Estudios modernos avalan su acción antioxidante y antimicrobiana.

La feijoa vibra con una energía de abundancia, dulzura y receptividad. Su flor es un recordatorio de la belleza efímera y el gozo sensorial, mientras que su fruto simboliza generosidad interna. En Feng Shui, potencia la armonía del hogar al ubicarla en la cocina o el comedor, donde se prepara y se comparte. Invita al disfrute consciente de lo simpl

Elemento Agua — Esta planta fluye con los signos sensibles e intuitivos: Cáncer, Escorpio y Piscis. Es ideal para aquellos que buscan reconectar con su mundo interior, fortalecer la intuición y cultivar la ternura emocional.

Sureste — Esta orientación activa la energía de la prosperidad, la nutrición y la abundancia afectiva. Allí, la feijoa canaliza su energía en proyectos de crecimiento sostenido y bienestar familiar.

Ideal en la cocina o comedor, donde se activan las conexiones emocionales a través del alimento y la conversación. En patios y jardines, crea un punto de calma y generosidad, estimulando la conexión con lo natural y la gratitud cotidiana.