El cilantro, también conocido como coriandro o perejil chino, tiene raíces profundas en la historia humana. Se han hallado semillas en tumbas egipcias, evidenciando su uso desde hace más de 3.000 años. Originario de regiones del sur de Europa y el norte de África, fue cultivado extensamente por griegos y romanos, y difundido globalmente a través de rutas comerciales antiguas. Hoy se cultiva y valora en casi todos los continentes.

De tallo erguido y fino, el cilantro presenta hojas divididas: las inferiores son redondeadas y las superiores delicadamente plumosas. Sus pequeñas flores blancas o rosadas se agrupan en umbelas, y sus semillas son redondas, perfumadas y ligeramente amarillas. El aroma de sus hojas es penetrante, fresco y cítrico, mientras que su sabor combina notas verdes y un leve picor terroso. Al tacto, sus hojas son suaves y de textura tierna.

Prefiere suelos bien aireados, ricos en materia orgánica y con buen drenaje. Los sustratos francos o franco-arenosos, ligeramente húmedos y con pH entre 6.2 y 7.5, son ideales. Evitar suelos compactados, encharcados o extremadamente ácidos, ya que debilitan su desarrollo y favorecen enfermedades radiculares.

El cilantro agradece la luz directa y al menos 4 a 6 horas de sol al día. Si bien tolera algo de semisombra, su crecimiento se ralentiza y su sabor puede variar. En cultivo interior o indoor, debe colocarse junto a una ventana luminosa o bajo luz artificial específica para horticultura.

Necesita humedad constante pero sin excesos. El riego debe ser moderado y regular, preferentemente en la mañana, evitando mojar las hojas. En maceta, se recomienda revisar con el dedo la capa superficial: si está seca hasta 2 cm, es momento de regar. El exceso de agua promueve hongos y amarillez foliar.

Desde la siembra, germina en 7-10 días. A las 3 semanas desarrolla su follaje base, y a las 6 semanas alcanza su madurez para corte de hojas. Si se deja florecer, a los 2-3 meses produce flores y semillas, culminando así su ciclo vital. La floración marca el inicio del fin del ciclo vegetativo, pero también el inicio de su reproducción.

Es la vía más común. Las semillas deben escarificarse ligeramente o aplastarse suavemente para facilitar su germinación. Se siembran directo al sustrato, a 1 cm de profundidad, manteniendo humedad constante hasta su brote.

Poco habitual, pero posible con esquejes jóvenes de tallo firme. Deben colocarse en agua limpia y tibia, cambiándola cada 2 días. Al cabo de una semana, pueden surgir raíces blancas finas. Una vez que se desarrollan, se trasplantan con cuidado al sustrato.

Requiere tallos jóvenes no floridos, cortados diagonalmente con una herramienta limpia. Aunque es menos eficaz que por semilla, permite reproducir ejemplares vigorosos. Los esquejes deben plantarse en tierra húmeda con sombra parcial hasta su adaptación.

El cilantro por semilla requiere más tiempo inicial pero genera plantas más fuertes y con mayor producción de semillas. Por esquejes o agua, el desarrollo inicial es más rápido pero a menudo se acorta su longevidad y su floración puede ser prematura.

El cilantro ha sido consumido durante milenios por culturas de Asia, Medio Oriente y América Latina. Las hojas frescas se usan en salsas, guisos, sopas y ensaladas. Sus semillas son especias clave en masalas indias, currys y panes. En infusión, sus frutos alivian molestias digestivas, actúan como carminativo y estimulan el apetito. También tiene propiedades antibacterianas, antioxidantes y quelantes de metales pesados. En medicina tradicional ayurvédica y china, se usa como tónico hepático. Algunas culturas precolombinas le atribuían virtudes para la clarividencia y la purificación del aura.

El cilantro está vinculado con la energía de la renovación. Representa vitalidad, limpieza interna y claridad mental. En Feng Shui, su presencia invita a la frescura, la transparencia en los vínculos y la apertura emocional. Estimula flujos renovadores, tanto en espacios como en el espíritu.

El cilantro vibra con el elemento Agua, asociado a los signos de Cáncer, Escorpio y Piscis. Su energía fluida, adaptable y profunda lo conecta con lo intuitivo, lo nutritivo y lo emocional. Cultivarlo puede ser una forma de nutrir el alma.

Según el Feng Shui y su afinidad acuática, el cilantro se potencia en el Este, zona vinculada con la salud y los comienzos.

Ideal en la cocina, donde se genera la alquimia alimenticia y familiar. También puede colocarse cerca de ventanas con luz matinal, simbolizando el renacer cotidiano.