Su nombre proviene del griego agastache, que significa “muchas espigas”, y del latín foeniculum, por su aroma similar al del hinojo (anís). Originaria de las regiones del norte de América, particularmente las Grandes Llanuras, esta planta fue ampliamente valorada por pueblos indígenas como los Cheyenne y los Lakota. A través del tiempo, se ha cultivado en jardines botánicos, huertas medicinales y terrazas urbanas de Europa y Asia, consolidándose como un recurso noble y versátil.

Agastache foeniculum se presenta como una planta perenne con tallos cuadrangulares y erguidos, que pueden alcanzar entre 60 y 120 cm de altura. Sus hojas son opuestas, lanceoladas, de color verde medio con bordes dentados, desprendiendo un intenso aroma anisado al rozarlas. Las flores, dispuestas en espigas violetas, brotan en verano y atraen a polinizadores. Su textura es ligeramente aterciopelada y su sabor, una mezcla entre regaliz y menta, resulta inconfundible y agradable en infusión o fresca.

Prefiere suelos sueltos, bien drenados, ricos en materia orgánica y con pH entre 6 y 7.5. Tolera sustratos pobres si tienen buen drenaje, pero sufre en suelos pesados, arcillosos o compactos. El compost maduro mezclado con perlita o arena gruesa es ideal. Evita los encharcamientos y el uso de turba en exceso.

El Anís Hisopo necesita pleno sol para desarrollarse vigorosamente: al menos 6 a 8 horas de luz solar directa. Puede tolerar sombra parcial, aunque con menor floración. Ideal para balcones soleados, terrazas, o patios bien iluminados. También puede cultivarse indoor con luz artificial LED de espectro completo.

Riega profundamente pero espaciadamente, permitiendo que el sustrato se seque entre riegos. En climas cálidos y secos, riega cada 3-4 días; en estaciones frías o húmedas, cada 7 a 10 días. No tolera el exceso de agua ni el anegamiento. Usa siempre agua a temperatura ambiente y evita mojar las flores.

Desde semilla, la planta germina entre 7 y 14 días. El crecimiento vegetativo es rápido, con hojas aromáticas plenamente formadas a las 4-6 semanas. La floración ocurre entre los 2 y 3 meses desde la siembra en condiciones óptimas. Si se deja florecer y secar, produce semillas pequeñas y oscuras listas para recolección manual al final del verano.

Se siembra superficialmente, cubriendo apenas con sustrato fino. Mantén humedad constante y temperatura de 18–22 °C. Germina bien en primavera y verano. Se recomienda la siembra en almácigos para luego trasplantar cuando tenga al menos 4 hojas verdaderas.

Se puede propagar a partir de esquejes jóvenes colocados en agua limpia, renovada cada dos días. En 7 a 14 días, emite raíces finas. Tras enraizar, trasplanta cuidadosamente a sustrato suelto. Ideal para quienes desean cultivar desde interiores.

Corta esquejes de unos 10-12 cm, retirando hojas inferiores. Sumerge en hormona de enraizamiento (opcional) y planta en mezcla de turba y perlita. Mantén humedad alta sin encharcar. Enraíza en 2 a 3 semanas.

Desde semilla, alcanza madurez entre 3 y 4 meses. Por esquejes o en agua, la floración se adelanta hasta en 4 semanas respecto al ciclo por semilla, ya que parte de un material vegetativo más avanzado.

Se utiliza ampliamente en infusiones, tanto por su sabor como por sus propiedades digestivas, carminativas y relajantes. Tradicionalmente, los pueblos indígenas la usaban como tónico para el pecho, expectorante suave y calmante del sistema nervioso. Se puede consumir:

• En infusión: hojas y flores secas o frescas.

• En cocina: como condimento en postres, ensaladas y panes.

• En tinturas y macerados: para mejorar digestión y ansiedad.

• Inhalada: en vahos para aliviar congestiones.

• Fumada: mezclada con otras hierbas como lavanda y menta, por su efecto suavemente eufórico y relajante.

Es rica en aceites esenciales como estragol y anetol, además de antioxidantes y flavonoides. Su uso tradicional incluye casos de infecciones respiratorias leves, insomnio, digestión lenta y apoyo en estados de fatiga mental.

Esta planta está asociada con energías de expansión mental, creatividad y renovación. En el Feng Shui, potencia la claridad de pensamiento y el flujo armónico de ideas. Se recomienda para lugares donde se estudia, escribe o reflexiona. Es también símbolo de protección suave y guía interior, ideal para espacios de meditación y rituales.

Elemento Aire. Vinculada a los signos de Géminis, Libra y Acuario. Estimula la comunicación, la intuición mental y el pensamiento innovador. Es una aliada ideal para personas creativas, escritores, oradores y meditadores.

Colócala en el noreste del hogar o jardín para estimular la inspiración, los nuevos comienzos y el orden mental. Esta dirección favorece los procesos de planificación, crecimiento intelectual y visión a largo plazo.

Ideal en estudios, escritorios, bibliotecas o salas de lectura. También es perfecta para altares personales o espacios de sanación, donde pueda aportar su energía luminosa y revitalizante. En interiores, colocar cerca de una ventana orientada al este o noreste.